La depresión mayor es el trastorno depresivo por excelencia, que suma el mayor número de diagnósticos al año en nuestro país. Se trata de una alteración del estado de ánimo caracterizada por la presencia de sentimientos intensos y duraderos de tristeza, abatimiento, irritabilidad, desesperanza y/o culpa. Sin embargo, aunque los síntomas de la depresión mayor son mayoritariamente emocionales, también se producen alteraciones cognitivas y fisiológicas en quien la padece.

Por lo tanto, y contrariamente a la creencia popular, tener depresión no es simplemente “estar triste”. La tristeza y el resto de emociones negativas aparecen acompañadas de una falta extrema de iniciativa o motivación para hacer cosas, así como de incapacidad para experimentar emociones positivas y de disfrutar de actividades que antes resultaban placenteras, fenómeno conocido como anhedonia. También experimentan síntomas corporales como alteraciones del sueño y el apetito o dolores y molestias difusos como migrañas, dolores de espalda y dolor cervical.

Además, las personas con depresión también experimentan alteraciones en su forma de pensar, de razonar y de procesar la información. A menudo se dice que quienes padecen depresión tienen en su cabeza un “filtro negativo” que les hace ver solo el lado malo de las cosas. Esta percepción negativista del mundo suele ir acompañada de un tren de pensamiento interno en el que la persona se machaca constantemente a sí misma (‘soy un inútil’, ‘no hago nada bien’, ‘yo tengo la culpa de todo’, ‘estoy solo, nadie me quiere’).

De manera general, los siguientes síntomas son característicos de la depresión mayor:

  • Estado de ánimo triste o apático la mayor parte del día, casi todos los días.
  • Disminución del interés o el placer por hacer cosas.
  • Fluctuaciones importantes en el peso y/o el apetito.
  • Alteraciones del sueño; puede darse tanto insomnio como dormir de forma excesiva.
  • Sensación de agitación interna.
  • Cansancio y falta de energía.
  • Sentimientos de inutilidad, culpabilidad, desesperanza o vacío interior.
  • Disminución de la capacidad de pensar, concentrarse o tomar decisiones.
  • Pensamientos de muerte recurrentes, ideas suicidas o intentos de suicidio.

Como ya hemos aclarado arriba, la tristeza y las manifestaciones que la acompañan son una vivencia normal como respuesta a sucesos negativos de nuestro día a día. Las malas rachas emocionales están presentes en la vida de todo ser humano, y no siempre se puede -ni se debe- estar alegre. Sin embargo, si sientes que llevas demasiado tiempo inmerso en una tristeza de la que te parece imposible salir, si has dejado de hacer cosas que antes te gustaban y no tienes motivación ni para hacer las actividades más cotidianas, si te sientes mal contigo mismo y hace tiempo que no experimentas verdadera alegría o placer, es probable que estés pasando por un proceso depresivo y necesitas pedir ayuda a un profesional de la salud mental que valore tu caso y te preste la guía que necesitas para volver a ser tú mismo.

La buena noticia es que, al tratarse de uno de los trastornos más diagnosticados, el tratamiento de la depresión mayor está muy establecido y, con el compromiso y trabajo del paciente, tiene un gran porcentaje de éxito. En la terapia cognitivo conductual se emplean distintas técnicas que pretenden tener un efecto positivo sobre la autoestima baja, los estilos negativos de resolución de problema o la manera de pensar y evaluar los acontecimientos que ocurren alrededor del paciente. Se emplean técnicas como la reestructuración de pensamientos distorsionados, el entrenamiento en resolución de problemas, el establecimiento de rutinas y metas conductuales y las actividades de autocuidado. Además, las técnicas más novedosas como el mindfulness han demostrado ser un buen complemento a la terapia cognitivo-conductual. En casos en los que la sintomatología es más grave, se complementa la psicoterapia con terapia farmacológica supervisada por un médico.

Aunque la depresión mayor tal y como la hemos descrito hasta ahora es el tipo de trastorno depresivo más común que suelen presentar la mayoría de personas, es importante aclarar que existe un cierto número de subtipos cuyas características pueden variar sobre lo que acabamos de contar, o que pueden presentar ciertas particularidades que hacen que las pautas de evaluación y tratamiento sean diferentes a lo que hemos visto.