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Se caracteriza por la presencia de una fuerte desconfianza y suspicacia frente a los demás, de tal manera que sus motivaciones se interpretan como malvadas o con afán de hacernos daño. La persona que lo sufre sospecha sin base alguna de que los demás quieren aprovecharse de él, causarle daño o dejarle en la estacada, por lo que está constantemente preocupado acerca de la lealtad de su círculo más cercano. Rara vez comparte confidencias o secretos con los demás por miedo injustificado a que utilicen la información en su contra, y realiza constantes lecturas e interpretaciones de lo que dicen o hacen los demás, llegando a la conclusión de que hay una intención oculta de hacerle daño o humillarle. Quienes lo sufren se caracterizan por ser personas muy rencorosas que nunca olvidan algo que no les gustó, y como lo interpretan todo como un ataque personal, tienen tendencia a reaccionar enfadándose o haciendo daño (verbal o físico) a los demás.