El trastorno obsesivo-compulsivo o TOC se caracteriza por la experimentación de obsesiones y compulsiones. Las obsesiones se manifiestan en forma de pensamientos intrusivos cuyo contenido provoca un gran malestar y angustia en la persona. Con el fin de controlar estas obsesiones y la ansiedad que provocan, las personas que padecen TOC llevan a cabo comportamientos repetitivos o rituales llamados compulsiones. Sin embargo, a menudo estas compulsiones son conductas poco adaptativas que nos quitan una enorme cantidad de nuestro tiempo diario, y además el alivio que producen solo es momentaneo, volviendo a experimentar malestar casi inmediatamente después de realizarlas.

Un ejemplo de TOC podría ser el de una persona que tiene constantes pensamientos acerca de los gérmenes y la contaminación que hay en todo lo que toca; para controlar la ansiedad que le producen estos pensamientos, se ducha con jabón desinfectante cada hora y no toca nada sin ponerse guantes. Evidentemente, estos comportamientos, además de interferir con el desarrollo de su vida diaria, no evitan la aparición de las obsesiones.

El contenido de las obsesiones y compulsiones con las que puede presentarse el TOC es muy variado. Algunos de los tipos más frecuentes son las obsesiones de contaminación, las obsesiones sobre la salud y la apariencia física, las obsesiones relacionadas con la sexualidad, las obsesiones filosófico-religiosas, o las obsesiones de contenido agresivo cuyo contenido incluye el hacerle daño a otras personas o cometer algún tipo de crimen. Es importante notar que el contenido de las obsesiones a menudo no tiene relación con la personalidad o las intenciones reales de la persona y el riesgo de que realmente lleve a cabo el contenido de sus obsesiones es mínimo; precisamente las obsesiones causan malestar debido a que la persona teme que ocurran o llevar a cabo ella misma ese tipo de actos. Por ejemplo, en un paciente cuyas obsesiones incluyan pensamientos de sí mismo haciéndole daño a sus seres queridos los niveles de ansiedad pueden ser insoportables precisamente porque por ningún motivo querría hacerle daño a nadie, pero teme que sus obsesiones se hagan realidad.

De forma resumida estos son los síntomas que presenta una persona con TOC:

  • Presencia de obsesiones, que causan en la persona una ansiedad o malestar importante, y que la persona intenta reprimir neutralizándolas con algún otro pensamiento o acto (es decir, realizando una compulsión).
  • Presencia de compulsiones, que pueden ser tanto comportamientos externalizados como actos mentales que el paciente realiza como respuesta a una obsesión, para disminuir la ansiedad y el malestar.
  • Las obsesiones o compulsiones requieren mucho tiempo y causan interferencias graves en la vida social, laboral o personal de la persona.

Como aclaramos siempre, estos síntomas son orientativos y para realizar un buen diagnóstico y evaluación del caso es necesario acudir a un profesional de la salud mental. Todos experimentamos pensamientos obsesivos puntualmente alguna vez a lo largo de nuestra vida o tenemos algunos rituales de comportamiento. El problema aparece cuando los pensamientos obsesivos son recurrentes y se vuelven crónicos, cronificándose también nuestras compulsiones, que pasan a ocupar una gran parte de nuestro día a día.

Si te sientes identificado con lo que has leído y sientes que tus pensamientos intrusivos y los comportamientos que llevas a cabo en respuesta a ellos cada vez se apoderan más de tu vida y que tus niveles de ansiedad cada vez son más incontrolables, probablemente haya llegado el momento de pedir ayuda a un profesional que pueda valorar si padeces un TOC y cuál es la forma más adecuada de tratarlo.

En el tratamiento del TOC suelen combinarse la terapia farmacológica con la terapia cognitivo-conductual dirigida por un psicólogo. A grandes rasgos, el tratamiento cognitivo-conductual consiste en la exposición controlada a aquello a lo que se teme (siguiendo nuestro ejemplo del principio de la persona con obsesiones de contaminación, una parte de la exposición consistiría en tocar las cosas sin guantes). La exposición incluye la prohibición de realizar conductas de evitación, es decir, de llevar a cabo compulsiones. El objetivo es que el paciente confronte su ansiedad y compruebe por sí mismo que el contenido de sus obsesiones no es real, puesto que las acciones que lleva a cabo durante la exposición no tienen las consecuencias catastróficas que anticipaba. De esta forma, la ansiedad al confrontar las situaciones temidas acaba desapareciendo o reduciéndose hasta niveles manejables. Por supuesto, la exposición se realiza de forma gradual y tras haber pasado por un proceso de preparación del paciente, donde se le entrena en técnicas de manejo de la ansiedad.

Si padeces TOC o crees que podrías padecerlo, estas son algunas pautas de utilidad que podrías empezar a seguir en tu día a día:

  • Acude cuanto antes a un especialista de la salud mental que pueda evaluar tu caso y proporcionarte un diagnóstico fiable y valorar si existen otros trastornos asociados.
  • Intenta en la medida de lo posible salir de tu zona de confort y de tu rutina diaria.
  • Lleva un registro de tus obsesiones y de tus situaciones temidas. Este registro no sólo será de gran ayuda a tu terapeuta durante las sesiones, sino que también te servirá a ti. Trata de leerlo todas las noches y reflexiona sobre hasta qué punto es verdad el contenido de tus obsesiones.
  • Esfuérzate por distinguir en todo momento entre pensamiento y realidad. El contenido de tus obsesiones está en tu cabeza, no quiere decir que sea algo que vaya a ocurrir realmente.
  • Practica la aceptación. Los pensamientos obsesivos van y vienen, aprende a aceptarlos y en lugar de luchar contra ellos, dales paso para que desaparezcan cuanto antes. Recuerda que no significan nada y que su contenido no es real.