La ansiedad es una emoción básica que pertenece a nuestro sistema defensivo y se encuentra presente en todos los seres humanos. Es generalmente una emoción normal e imprescindible para la vida, nos ayuda a anticipar los peligros y prepararnos para reaccionar ante ellos, siendo por lo tanto un proceso de adaptación muy útil en la historia del ser humano, siempre que no sea patológica,( más adelante hablaremos de ello).
La ansiedad se presenta mediante tres tipos de respuestas; cognitivas, fisiológicas y conductuales. Esto quiere decir que cuando valoramos un estímulo como potencialmente peligroso y experimentamos ansiedad, ésta se muestra mediante pensamientos (‘yo a eso no me acerco’, ‘tengo que salir de esta situación’, ‘yo no puedo con esto’), sensaciones físicas (sudoración, temblores, sequedad de boca, respiración y pulso acelerados) y mediante nuestro comportamiento (respuestas de evitación o huida de aquello que nos produce ansiedad).
Como hemos dicho, normalmente este tipo de respuesta se produce ante un estímulo que es objetivamente peligroso o amenazador, y además podemos mantenerla bajo control y no interfiere negativamente en nuestra vida diaria. Sin embargo, en ocasiones la ansiedad aparece cosas inofensivas, o se escapa de nuestro control y nos domina, causándonos muchas interferencias en nuestro día a día. Es entonces cuando hablamos de ansiedad patológica o de trastornos de ansiedad. Estos trastornos se encuentran entre los problemas psicológicos más comunes, y son el segundo motivo más frecuente de consulta psicológica en España. Pueden aparecer en cualquier momento de la vida y tanto en hombres como en mujeres, y en sus causas intervienen muchos factores tanto genéticos y de personalidad como ambientales.