Probablemente has oído en alguna ocasión de que a una persona le ha subido la tensión o que se le cae el pelo debido a la ansiedad. En estos casos se considera que un fenómeno mental es la causa de un fenómeno fisiológico real. Estos ejemplos no parecen muy importantes a nivel de salud, pero en otros casos pueden encontrarse enfermedades más severas, causantes de dolor o malestar o incluso incapacitantes en alguna de las áreas de la vida de la persona. Aquí estaríamos hablando de un trastorno psicosomático.
Se entiende por trastorno psicosomático a las enfermedades del cuerpo que son objetivas y comprobables mediante pruebas médicas, y que son causadas y/o potenciadas por elementos psicológicos. Es decir, psicosomático significa que los procesos mentales tienen un efecto directo, concreto y fácil de delimitar sobre una o varias zonas del organismo.
Esto supone que no existe un único trastorno psicosomático, sino que hay una amplia variedad de ellos en función del tipo de síntomas físicos y del sistema del organismo que presenta daños.
Para las causas de este tipo de trastorno, no existe un único proceso por el cual se formen. En general suponen la existencia de un estrés, ansiedad, frustración o malestar anímico persistentes a lo largo del tiempo, que causan sufrimiento de manera continuada, respondiendo el organismo físicamente y provocándose un daño real en él.
Algunos de los principales trastornos que pueden darse o agravarse en gran medida debido a causas psíquicas son los siguientes:
- Cardiopatías: angina de pecho, infartos
- Hipertensión
- Asma
- Trastornos gastrointestinales: úlceras, colon irritable, colitis
- Diabetes
- Ausencia de la regla en mujeres
- Acné y eczemas
- Cáncer, enfermedades infecciosas
A nivel de tratamiento resulta básico que el paciente sea capaz de expresar el motivo psíquico por el cual genera los síntomas, con lo que será necesario emplear técnicas dedicadas a este fin. Se recomienda el uso de aquellas técnicas empleadas en el tratamiento de la ansiedad, el estrés y la depresión. Además de ello se ha de tener en cuenta el tipo de enfermedad física generada y los efectos que su existencia pueda tener a nivel psíquico en el paciente.
La realización de diferentes técnicas de relajación, la técnica de solución de problemas, el aprendizaje de diferentes métodos para tolerar y gestionar el estrés y la ansiedad, e incluso el entrenamiento en habilidades sociales (en los casos que la ansiedad se vea aumentada por un déficit en este tipo de habilidades), la reestructuración cognitiva de cara a modificar las creencias disfuncionales, las técnicas de exposición o el psicodrama (representación dramatizada a modo de teatro de situaciones o síntomas) pueden ser de mucha ayuda de cara a mejorar los síntomas. Asimismo, la realización de ejercicio físico moderado y la expresión tanto interna como externa de conflictos vitales también pueden ser de utilidad para este tipo de trastornos.